En el mercado inmobiliario español, la estructura de "dos pasos" es predominante, articulándose la mayoría de las transacciones a través de un contrato privado y un posterior documento público (escritura).
El contrato privado es crucial, ya que establece las bases y obligaciones de la operación. Con él se perfecciona la obligación de compra-venta, y debe definir aspectos fundamentales como el objeto, el precio y los términos. Adecuadamente redactado, brinda a las partes seguridad jurídica sobre el negocio y las implicaciones en la fase previa a la formalización notarial de la venta, por lo que su adaptación al caso específico resulta esencial.
Por su parte, la consumación, o cumplimiento de lo previamente acordado, se realiza generalmente mediante la escritura pública, que permite la inscripción en el registro de la propiedad y culmina la transferencia efectiva de la propiedad.